Seguro has escuchado hablar sobre el término “huella digital”. Éste se utiliza para referirse al rastro que dejamos en internet de manera digital. Es decir, toda la información que puede encontrar un usuario sobre nosotros o nuestra empresa.
Entendemos por huella digital toda la información que vamos dejando cada vez que navegamos por la red y que, recopilada y analizada, podría decir grandes cosas sobre nuestra personalidad, carácter y comportamiento, como por ejemplo nuestros gustos según la actividad realizada.
Esto también sucede con la información de una empresa.
Esta huella digital es la que determina la reputación y posicionamiento de una persona o empresa en buscadores, así como su influencia.
Podemos hablar de dos tipos de huellas digitales, la activa y la pasiva.
La activa es aquella que se va generando cada vez que somos nosotros los que decidimos compartir una información. En cambio, la pasiva sucede cuando se recopila información sobre nosotros sin que seamos conscientes de ello.
Un ejemplo de huella digital pasiva sería toda la información que recogen las redes sociales sobre el contenido que consumimos para darnos sugerencias en función de estas tendencias.
Ante una búsqueda sobre un producto o empresa, las búsquedas e información que aparecería de ésta en internet, estaría relacionada con su huella digital.
La huella digital puede convertirse en una herramienta ventajosa, siempre y cuando el rastro que hayamos dejado sea positivo. Con positivo nos referimos a información que no pueda ser utilizada en nuestra contra (lanzar ciberataques), o que pueda perjudicar la imagen de marca y reputación de la empresa.
Tener presencia en internet es importante sobre todo para los negocios. Para ellos, Internet es el escaparate perfecto para darse a conocer y posicionar sus servicios y productos. Es la manera que tienen de llegar a sus posibles clientes. No obstante, cuando los comentarios e información que aparece en la red son negativos, su huella digital puede terminar siendo perjudicial para el negocio, aportando el efecto contrario al deseado.
No obstante, cabe tener en cuenta que, cuanta más información de una empresa haya en la red, más posibilidades de sufrir un ciberataque. Ya sabemos que los ciberdelincuentes lo que buscan son datos e Internet es el paraíso de los datos para ellos.
En realidad, una vez que nuestros datos terminan en Internet, es bastante complicado llegar a eliminarlos por completo, sobre todo si tenemos en cuenta que cada sitio en el que hemos interactuado ha recolectado información sobre nosotros.
No obstante, sí se puede minimizar el impacto o presencia en Internet.
Aquí algunos consejos para “borrar” o disminuir tu huella digital:
Borra cuentas antiguas que ya no utilices. Eso incluye correos electrónicos o sesiones en webs, apps y herramientas.
Comprueba si tu información se ha visto comprometida. Para ello, te recomendamos que hagas una lista de usuarios, plataformas y servicios utilizados y busques en Google filtraciones de datos que hayan afectado a los mismos.
Utiliza Google Search Console para eliminar resultados de búsqueda sobre ti o tu empresa en Google.
Evita que Google te rastree. Para ello, debes ir a la configuración de Google y desactivar todos los permisos de registro activados.
Conéctate siempre a través de una VPN y evita conexiones públicas.
En caso de aparecer mencionado en sitios web ajenos al tuyo, pide al administrador que te elimine.
Realizar estos pasos no garantiza que tu huella digital desaparezca por completo, pero sí parte de ella.
Sin embargo, como especialistas en ciberseguridad, para evitar problemas de reputación e imagen de marca debidos a la huella digital, recomendamos pesar muy bien la información que se comparte de la empresa, así como los sitios por los cuales se navega. Sólo, de esta manera, evitaremos una huella digital negativa que pueda conllevar a un ciberataque.